8 mar 2012

Habrá vuelta y que vuelta

El ciclismo se esfuerza por complicarse. Desde el horno de leña Saratxape, un lugar en la carretera frente a la estación de Feve de Artxube donde huele a pan recién hecho, no hay más de 2.200 metros en línea recta hasta Güeñes; desde el mismo punto hasta la meta de la primera etapa de la próxima Vuelta al País Vasco, la de Güeñes, quedarán sobre 3.000 metros. La diferencia es la complicación, una vuelta de tuerca a los recorridos que la ronda vasca aplica desde hace tiempo en clave de espectáculo. Putxeta, Aia, Las Calizas, La Antigua... Son todos primos-hermanos: muros breves, estrechos y de porcentajes desproporcionados que exigen virtud trepadora, capacidad detonadora y habilidad en la gestión del descontrol. Hay pocos ciclistas con ese perfil tan extremo. En la edición que arranca el próximo día 2 de abril, la 52ª que ha salvado de la suspensión la intervención del Banco Sabadell Guipuzcoano, habrá algo de eso. Será en la primera jornada que corre casi en su totalidad por suelo vizcaino, la que sale y acaba en Güeñes y a tres kilómetros de meta se complica con un giro brusco a la derecha para adentrarse en el bosque.

Ocurrirá cuando huela a pan. Al pasar frente al horno de leña Saratxape. Un volantazo y la Vuelta dejará de correr sobre asfalto para botar sobre cemento gris. Al monte. Ciclistas como cabras. Será una cuestión breve e intensa. La subida al barrio de Goikouria apenas tiene 400 metros pero se digiere con dificultad. Son como dos cornadas. La primera, de unos 150 metros de longitud, en curva y porcentajes que rondan el 20%. Hay una breve tregua de 100 metros antes de la segunda, otros 150 metros amurallados. La cuesta llega a su fin en el cruce que separa los caminos hacia Goikouria y Basori. Por esta última dirección, a la izquierda, se emprende el descenso, que sigue siendo estrecho, rodeado de árboles huesudos que esperan la llegada de la primavera, pero de piel de seda porque vuelve a surgir un asfalto nuevo y cuidado. La bajada es rápida y corta, de unos 600 metros. Zigzagea hasta el barrio de Basori, donde las casas estrechan algo más el paso, y se precipita en una segunda mitad más tenebrosa, por arbolada, y técnica. Tiene un par de curvas tremendas: una herradura hacia la izquierda y un giro de casi noventa grados a la derecha que acaba desembocando de nuevo en la BI-626. Doscientos metros más atrás queda el cruce de la subida a Goikouria y el horno de leña; hacia adelante, apenas hay dos kilómetros para la meta de Güeñes, un margen estrechísimo para la recuperación de cualquier ciclista en apuros. Ese kilómetro por el monte (400 metros de subida y 600 de bajada) hará añicos el pelotón.

LA VIRGEN DEL SUCESO Principalmente, porque hasta allí se llegará con un desgaste importante. La etapa, cuyo recorrido aún no ha sido desvelado por la organización, tendrá poco más de 170 kilómetros y varios puntos de tensión. Se subirá La Escrita camino de Karrantza, y desde allí Ubal para regresar a Karrantza y volver a ascender La Escrita. Un par de kilómetros antes de coronar se afrontará la ascensión inédita hasta la virgen del Suceso (actualmente en proceso de asfaltado). Camino de Güeñes, Avellaneda, Beci y San Cosme minarán las fuerzas que acabarán desperdigadas por el monte, sobre los 400 metros de cemento de Goikouria.

Gasteiz, Arrate, Ibardin (se sube dos veces) y Oñati (meta el viernes y crono el sábado) son las otras metas de la ronda vasca.